martes, 7 de septiembre de 2010

3er programa 28 de agosto de 2010

[Rogamos disculpen las molestias por el atraso]
Mª de la O Jiménez: Buenas noches a todos los que nos escuchan como a los que no, a pesar de que estos últimos no nos puedan devolver el saludo. Tal día como hoy las norteamericanas vieron reconocido su derecho al voto hace hoy 90 años. Da que pensar todo lo que ha evolucionado la civilización (o eso que denominamos la civilización) en estos 90 años y da que pensar también en todo aquello en lo que no ha evolucionado en este tiempo... Ha habido cambios, desde luego, pero ¿han sido los suficientes?. Servidora se va a reservar el derecho a la duda. Hoy en nuestro tercer programa contamos con una mujer muy especial. Hola, ¿qué tal?


Virtudes: Hola, me llamo Virtudes Villalba… y mi vida es confusa. Yo soy una mujer adúltera. Lo digo sin temores y sin miedo a esconderme, porque las verdades ni dañan ni ofenden ni hacen mal a nadie. Soy adúltera. Engaño a mi marido con otras personas. Yo lo quiero pero el amor no es algo absoluto. Quizá tampoco sea nada relativo. El amor simplemente es así. No es como lo pintan es simplemente distinto. (Pausa) Él lo sabe y creo que no lo importa. Él sabe todo lo que hago.

Mª de la O: ¿Entonces por qué quiere contarnos esto, Virtudes?

Virtudes: Quiero que lo sepan mis compañeras de trabajo. En mi trabajo el adulterio está muy mal visto.

Mª de la O: ¿En qué trabaja usted, Virtudes?

Virtudes: Soy monja de clausura.

Mª de la O: (Sorprendida) Nunca lo hubiera dicho.


Virtudes: Es que vengo de sport. (Pequeña pausa) Yo, desde pequeña, nunca me creí lo de Santísima Trinidad. Si son tres, que sean tres, ¿qué problema hay? ¿Es que siendo uno y tres vale más? ¿Vale por tres siendo uno a la vez? Las personas somos una y valemos lo que valemos como una, ¿valdrían más tres malas personas juntas que una buena? ¿Usted que cree? (Pequeña pausa) La verdad es que no sólo quiero a Dios, también quiero a Alá y a Mahoma, a veces hablo con ellos y les digo cuánto los quiero. También quiero a Buda. Siempre me ha caído bien. Lo veo tan gordito, tan tranquilo, tan amable. Yo siempre he sido muy tranquila. De niña en mi casa no teníamos tele y me pasaba las horas mirando a la pared. A mi madre no le gustaba que mirara la pared. Me decía que la pared les quitaba la imaginación a los niños y que era violenta. Eso lo decía porque las paredes en mi casa eran de gotelé. Recuerdo que mi madre tenía un cuadro con un ciervo y unos lobos atacándole. Recuerdo que mi padre lo miraba y se reía. Todos los días. Ese cuadro llevaba en la pared del salón de mi casa desde tiempos inmemoriales. Estaba ahí de antes de entrar a vivir nosotros. Y se reía. Siempre supuse que se reía por la incomodidad. Mi padre mató mucha gente durante la Guerra Civil. Era militar del bando nacional. Aún así le quería. A pesar de que la casa oliera a muerte. Es curioso pero desde que la guerra acabó, mi casa olía a muerte cuando mi padre entraba en ella. Por mucho que mi padre se lavara o por mucho que la casa se limpiara seguía oliendo a muerte. El olor a muerte es muy peculiar. Por eso quiero mucho a Buda. Tiene cara de no haber hecho nunca nada malo. (Se queda un rato pensando) No como mi padre. Mi padre se reía con el cuadro del ciervo, aunque nunca supe por qué. Lo quería porque era mi padre. Quizá si no hubiese sido mi padre no lo hubiese querido. Quizá si no hubiese sido mi padre me hubiera dado asco. Quizá no elegimos a quien queremos. Quizá ese sea el gran problema del ser humano: que no decidimos nada, que todo nos viene impuesto. Da que pensar.

sábado, 21 de agosto de 2010

2º programa. Adicciones confesas. 14 de agosto de 2010.

[Sintonía del programa]

Mª de la O: Buenas noches a todos los que nos escuchan así como a los que no, a pesar de que estos últimos no nos puedan devolver el saludo. Hoy, 14 de agosto, se conmemoran 65 de la rendición japonesa ante los aliados en la II Guerra Mundial. La rendición es una curiosa palabra, ¿no creen? Dicen que rendirse no es perder, que una derrota a tiempo significa una victoria. También nos dicen que la historia la escriben los valientes, aunque después sean estos los que se dediquen a la, no menos noble, actividad de llenar los cementerios. Si se me permite la reflexión personal, muchas veces es difícil determinar dónde empieza la valentía y dónde acaba la cobardía. Mi madre me decía que: "el cobarde es el primero de los valientes". Bueno, después de esta pequeña reflexión, quiero dejarle con el caso de una persona que no se ha rendido, a pesar de todo. Pero eso mejor que nos lo cuente él mismo. Buenas noches.

Julián: Buenas noches.

Mª de la O: Cuéntenos.

Julián: Mi nombre es Julián Hurtado... y mi vida es confusa. Yo, como muchas otras personas y más en los tiempos modernos, he sido adicto. Lo peor de todo es que fue mi propia madre la que me inició en ese mundo. Y yo aún era pequeño, tan vulnerable... sí, yo he sido adicto a lavarme los dientes. Cuando era pequeño mi madre me enseñó. Al principio me pareció una tontería, algo banal, futil. Pero poco a poco le fue cogiendo el gusto al aliento mentolado, a la sensación de boca fresca. Empecé a lavarme los dientes 5 veces al día. Estaba deseando comer tan sólo para lavarme los dientes. Y frotaba, frotaba, frotaba... Mi madre fardaba con sus amigas y con mi dentista de la fabulosa higiene bucal de mi hijo. Todos los niños lloran cuando van al dentista. Yo encontraba en ello una sensación que sólo fue superada cuando descubrí el hilo dental, pero esa es otra historia. El caso que llegó la adolescencia y con ella empecé a cambiar y lo dejé... como de la noche a la mañana... como si nunca hubiera existido. Lo peor vino hace 7 años. El día de mi boda mi madre, como siempre metiendo la pata, me regaló... un cepillo de dientes eléctrico... Ese día pensé que podía vivir tranquilo. Desde entonces me pasaba la vida en el baño, lavándome los dientes con el cepillo eléctrico. A veces no quería, a veces me sangraban las encías, pero él me obligaba.... perdí el control sobre mí mismo. Llegué a gastarme en un mes 300 euros en pilas. Me echaron del trabajo porque me pasaba la vida en el baño, sentado en el retrete lavándome los dientes. Lo que era una necesidad se convirtió en una adicción. Mi mujer me dio un ultimátum: O lo dejaba o me dejaba. Ingresé en una clínica. Allí aprendí que, según los psicólogos, cualquier acción genera una adicción en sí misma. Me pareció una curiosa frase, cuanto menos. En la clínica nos proporcionan enjuague bucal para que se nos pase el mono. Me pasé allí año y medio, cuando salí, descubrí que mi mujer me estaba poniendo los cuernos con mi dentista. Recaí.[Pequeña pausa] ¿El baño, por favor?

sábado, 14 de agosto de 2010

1er programa: Sábado, 7 de julio de 2010

*N del T: Toda información que aparezca entre corchetes es nota del transcriptor


[Sintonía del programa]
Mª de la O: Buenas noches a todos los que nos escuchan así como a los que no, a pesar de que estos últimos no nos puedan devolver el saludo. Hoy, 7 de agosto, Pequeñas confesiones comienza su andadura, como un bebé que da sus primeros pasos. Permítame que, como madre que me considero de esto sin perjuicio de otras personas que puedan considerarse como tales, sea la primera en dar ejemplo. Como el buen ejemplo que se le da a los niños para que se porten bien.
[Respiración]
Me llamo Mª de la O Jiménez... y mi vida es confusa.
[Pausa]
Esta confusión empieza hace hoy exactamente 30 años, el 7 de agosto de 1980. Ese mismo día, el primer avión del mundo impulsado únicamente con energía solar empieza su andadura por el cielo de California. Ese día, como todo el verano, en mi casa nos habíamos quedado sin vacaciones pues mi padre, por aquel entonces mi madre aún no trabajaba y mi abuela vivía con nosotros, debía quedarse trabajando en la tienda de congelados que hacía esquina entre la C/Zarza y la C/Goles y que seguro que algunos recuerdan. Ese día, mi hermana pequeña cumplía 6 meses. [Pequeña pausa] Yo quería mucho a mi hermanita, era como un juguete para mí, un regalo del cielo. No en vano, ella nació justo el día después de mi cumpleaños y por eso siempre la consideré como mi regalo de cumpleaños. Entre mi madre, mi abuela y yo la cuidábamos. Yo hacía cuanto podía pues por aquel entonces tan sólo tenía 5 años. [Pequeña pausa] Mi abuela, por aquel entonces, se pasaba el día hablando de la muerte. Le tenía miedo, pánico, pavor y sentía que le quedaba poco en el mundo terreno (¡Cuánto se equivocaba!) y no se le ocurría mejor forma de aprovechar el tiempo en vida que dedicarse a planificar los detalles de su funeral y como iba a repartir sus, escasas, posesiones por entre los que nos íbamos a quedar, nunca mejor dicho, en tierra. Cuando se ponía a hablar de ello, mi madre ya ni la escuchaba, pero yo era una niña muy pequeña y me quedaba sorprendida oyendo a mi abuela hablar sobre el tema. Mi abuela me explicó que si te enterraban, te comían los gusanos (cosa repugnante se mire por donde se mire) pero que la otra opción era ser quemada. Comprenderán cómo puede impresionar eso a una niña tan pequeña. Le pregunté a mi abuela si todos habríamos de morir algún día y ella, obviamente, me dio una respuesta afirmativa y añadió que, por ello, era mejor ir planificando las cosas en vida. Cosas de abuelas. La cuestión es que en ese momento giré los ojos hacia mi hermanita pequeña y, recordando las palabras de mi padre sobre la conservación de los alimentos en frío, decidí meter a mi hermanita en la cámara frigorífica de mi padre, para evitar que muriera... lo iba a hacer por un acto de amor. El día siguiente era domingo y era el día ideal para meterla allí porque la tienda de congelados cerraba. A la mañana siguiente me levanté temprano para llevar a mi hermana a la tienda, pero me encontré con mi madre llorando desconsolada al lado de la cuna. Mi hermanita acababa de morir: muerte súbita. [Sollozos] A veces pienso que si hubiera sido más rápida o mejor hermana ella aún seguiría viva... hay días que me levanto y la culpabilidad por la muerte de mi hermana me impide salir de casa. [Pausa] Yo quería mucho a mi hermanita... aunque nunca supe cómo se llamaba. [Sollozos] [Sintonía del programa]

viernes, 13 de agosto de 2010

Pequeñas transcripciones

Buenas tardes a todos:

A partir de mañana, todos ustedes podréis disfrutar de las transcripciones del programa Pequeñas confesiones. Todos los sábados, podréis leer (con una semana de retraso) las historias de este programa para aquellos a los que les resulte imposible sintonizarlo. Espero que os gusten y disfrutéis tanto de nuestro programa como todos lo que lo hacemos posible.

Un saludo a todos
El transcriptor oficial de Pequeñas confesiones

sábado, 7 de agosto de 2010

Próximamente

Porque todos tenemos algo que confesar, algo que nos corroe por dentro, algo que desearíamos que no estuviese allí. Todos necesitamos algo que nos ayude a purgar nuestros pecados y nos libere de nuestra pesada carga. Todos tenemos algo que decir y todos tenemos algo que callar. Para todos los que quieran sentirse un poco más libres, ese es su programa. Pequeñas confesiones presentado por Mª de la O Jiménez.

Próximamente en Conhache Radio